Es
un buen ejemplo de dieta variada, nutritiva, apetecible y saludable, que además
ayuda a prevenir enfermedades crónicas relacionadas con la alimentación.
La
dieta mediterránea es una forma de alimentación
basada en un elevado consumo de cereales,
frutas, verduras, hortalizas y legumbres, incluyendo los pescados y el aceite de oliva como fuente principal de grasas y con bajo consumo
de carnes y grasas saturadas, todo ello en un entorno de hábitos saludables: actividad física y ocio al aire libre.
Los
alimentos frescos, en su forma natural y de temporada. Las legumbres (lentejas,
judías, garbanzos) muy características de nuestra gastronomía.
Los
alimentos ricos en fibra, vitaminas y minerales como las frutas y verduras,
muchos de ellos en forma de ensaladas, cocinadas o crudas.
Los
cereales (pan, pasta, arroz, patatas) como alimentos básicos. El pescado,
preferentemente azul (caballa, atún, sardinas, etc.)
Leche
y productos lácteos como queso y yogur, en cantidad moderada. El aceite
de oliva como grasa de elección en la elaboración y condimentación de todo tipo
de platos.
La
fibra procedente de cereales,
leguminosas, frutas y verduras tiene un efecto beneficioso favoreciendo el tránsito
intestinal; y en general contribuye a equilibrar el perfil calórico de la
dieta. Las vitaminas, minerales y antioxidantes se relacionan con un menor
riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer.
El
aceite de oliva, el pescado azul y los frutos secos reducen el nivel de colesterol, previniendo el riesgo cardiovascular
UN CONSEJO PRACTICO PARA ESTAR SANO Y SALUDABLE:
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